Imaginemos un restaurante. El chef no solo se preocupa por lo que va a servir hoy; también debe tener en mente los ingredientes disponibles, las herramientas en la cocina y la calidad de cada elemento. Si no gestiona bien todo esto, los ingredientes se estropean, las herramientas fallan y, al final, la experiencia del cliente se ve comprometida. En el mundo del software, la historia es la misma.
Cada proyecto es un menú, y cada activo es un ingrediente. Si no sabemos qué tenemos en nuestra despensa—nuestras bibliotecas de código, frameworks y herramientas de gestión—perdemos tiempo valioso buscando lo que ya existe o, peor aún, reinventando la rueda. Sin visibilidad sobre nuestros activos, corremos el riesgo de duplicar esfuerzos y utilizar los recursos de manera ineficiente.
Nuestras Herramientas, cada vez más en la Nube
Cualquier empresa que trabaja en el contexto del software gestiona los activos tecnológicos de las empresas conectadas hoy en día: desde sistemas de gestión empresarial hasta la administración de dominios web.
La gestión de activos de tecnologías de la información se vuelve cada vez más necesaria a medida que se incrementa la actividad en el entorno digital. Las plataformas de trabajo colaborativo, diseño, gestión documental, gestión de proyectos y promoción se contratan cada vez más como servicios en la nube.
En las Empresas de Software, Doble Dosis de Gestión de Activos de TI
En las empresas de TI, sus productos son activos de software en sí mismos, lo que añade dos capas más de gestión: las herramientas para el desarrollo de software y las soluciones tecnológicas con sus correspondientes componentes.
Las herramientas de desarrollo incluyen: IDEs, sistemas de control de versiones, herramientas de seguimiento de errores y plataformas de automatización de pruebas. Ya sea en hosting propios o servicios en la nube, el set de herramientas de desarrollo requiere igual trabajo de seguimiento y mantenimiento con las actualizaciones de funciones y seguridad requeridas para proveer a nuestro equipo de desarrollo el mejor entorno de desarrollo posible.
Con Ingredientes Intangibles se pueden generar fallos imprevistos
En los proyectos de software, cualquier solución utiliza al menos seis activos: las tecnologías base con las que desarrollamos nuestras soluciones (lenguajes de programación, sistemas de bases de datos, etc.), las bibliotecas donde se encuentran los elementos comunes con los que trabaja el equipo, y las API y servicios externos que se requieren.
La versión del lenguaje, del sistema de gestión de bases de datos, de las bibliotecas y tecnologías en uso, junto con los propios sistemas, forman una madeja de relaciones que dificulta los planes de desarrollo y mantenimiento.
Cuando no gestionamos la caducidad de nuestros ingredientes en el desarrollo del software, se producen dos fenómenos:
- Degradación del funcionamiento o fallos inesperados al ignorar las necesidades de actualización o reordenamiento.
- Desviaciones del alcance de los proyectos cuando el equipo de desarrollo se ocupa de actualizarlos.
Cualquiera de estas variantes genera costos imprevistos en los planes de trabajo. Aunque el fenómeno que más padecemos en nuestra industria es que no prevemos o posponemos las acciones de mantenimiento hasta que algunas funciones comienzan a fallar, o los sistemas mismos se vuelven más lentos y disfuncionales.
Las acciones de mantenimiento de los componentes de nuestras aplicaciones son una de las decisiones más beneficiosas a largo plazo para la empresa. Aunque requiere personal con una naturaleza organizada y preocupación por el rendimiento y la evolución de la solución, la falta de previsión en estas acciones deriva naturalmente en el "scope creep" de los proyectos debido a mantenimientos imprevistos.
Por otra parte, cuando el equipo tecnológico se propone realizar acciones de mantenimiento preventivo, no es fácil responder a preguntas como: ¿Cuánto nos costará la actualización? ¿Cuánto tiempo tomará?
Sin una lista clara de todos nuestros activos, no es posible saber cuáles sistemas se pueden ver afectados por esos cambios. Si no tenemos un inventario de los "ingredientes" que usamos en cada "plato", no sabremos cuáles platos se verán afectados ante la falta de algún ingrediente en nuestra cocina.
¿Tenemos receta para este Embrollo?
La planificación es clave. Así como un chef planifica su menú para aprovechar al máximo los ingredientes frescos, nosotros debemos organizar nuestros proyectos para maximizar el uso de nuestros activos de software. Esto implica catalogar, clasificar y mantener un inventario de lo que tenemos. Pero no se trata solo de hacer una lista; es fundamental saber cómo, cuándo y por qué utilizar cada activo.
Controlar estos recursos es donde muchos enfrentan problemas. Sin un sistema para revisar el uso y estado de nuestros activos, podemos perder el rumbo. Aquí es donde la historia puede cambiar. Al igual que un restaurante que se compromete a la excelencia en cada plato, una empresa de software que gestiona sus activos de manera eficiente puede transformar su proceso de desarrollo. Con un enfoque proactivo, optimizamos no solo nuestro tiempo y recursos, sino también la calidad del producto final.
Así que, en lugar de navegar a ciegas, abramos los ojos. Invertir en
la gestión de activos de software no es un lujo; es una necesidad. Cada
activo bien gestionado es un paso hacia la eficiencia, la innovación y,
al final, el éxito. La historia que contamos no solo se mide en líneas
de código, sino en nuestra capacidad para crear soluciones efectivas y
valiosas, día tras día.